LA ZONA DONDE LA GENTE MUERE: EL EVEREST

A esas alturas, la presión atmosférica es alrededor de un tercio de la presión a nivel del mar y, por lo tanto, la cantidad de oxígeno respirable es un tercio de lo habitual. Ésto impide al sistema respiratorio encontrar el oxígeno necesario para respirar, pudiendo generar soroche, puna o mal de altura e incluso provocar un edema cerebral y pulmonar, siempre y cuando la persona no esté bien aclimatada.
Todos los sistemas del cuerpo, como el digestivo, funcionan de forma incorrecta al trabajar con mayor lentitud, esto genera un mayor consumo de energía metabólica comparada con lo gastado a nivel del mar. Un escalador debe respirar al menos 15 veces para poder dar un solo paso, pudiendo llegar a consumir entre 12.000 y 15.000 calorías el día que alcanza la cumbre (10 veces más que un día normal).
Por otra parte, la temperatura puede descender a niveles muy bajos, provocando la congelación de cualquier parte del cuerpo expuesta mínimamente al frío. Con una temperatura tan baja, la nieve está totalmente helada y es muy resbaladiza, aumentando el riesgo de deslizamientos y caídas. Además, la alta velocidad del viento es de 135 km/h, lo que aumenta también el riesgo para los montañistas.
Estas condiciones tan extremas provocan todos los años multitud de accidentes que acaban en tragedia, y como los montañistas se encuentran en lugares prácticamente inaccesibles, sus cuerpos congelados permanecen intactos en el lugar donde tuvieron el accidente.
A continuación podéis ver unos cuantos ejemplos del panorama que os podéis encontrar en la zona de la muerte del Monte Everest, un paraje que -sin duda- tiene cierto encanto.







Fuente: Lamazmorradelogrotesco
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