EL PODER DE UNA IMAGEN
Hoy se cumplen diez años del asesinato Maximilano Kosteki y Dario Santillán. Los responsables de estas muertes todavía no cumplen sus condenas como debieran. Veo las fotos de Martín Lucesole…
… son la evidencia. La fotografía adquiere aquí su más profunda dimensión. Es la imágen asociada al testimonio del fotógrafo lo que le da potencia. Recuerdo “Napalm Girl” y me tiemblan los dedos en el teclado.
Elijo al azar algunos otros ejemplos. Hace unos días, el caso del obispo Bargalló (arriba). Las torturas en la cárcel de Abu Ghraib (abajo). Desde una pequeña historia cotidiana hasta el martirio perpetrado por un estado, la fotografía jugó un rol importante en el desarrollo posterior de los acontecimentos. Pero a diferencia de las fotos del asesinato de Kosteki, en estos casos las fotos fueron anónimas, y llegaron subrepticiamente a los medios de comunicación.
En los años 70, W. Eugene Smith se jugaba la vida denunciando los efectos terribles de la contaminación por mercurio en Minamata, una pequeña aldea pesquera del Japón (abajo). No fue el primero de los muchos fotógrafos que pensaron que su trabajo debía estar al servicio de causas justas. ¿Hacemos una lista en honor a estos colegas?
La fotografía sigue siendo un instrumento de cambio en circunstancias críticas. Pero si no hay un fotógrafo comprometido con el tema detrás de la lente, es probable que esas imágenes sean manipuladas, tergiversadas. Y a veces, igual son mal utilizadas, no importa la voluntad del autor. Recuerdo las confusiones que se crearon cuando Marcelo Ranea hizo su célebre y multipremiada foto de las madres en 1982
Pero con el tiempo, las fotos que dan testimonio verdadero perduran, y ejercitan nuestra memoria, a pesar de su ambigüedad congénita y de las manipulaciones de la historia.
Fuente: Lanacion
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