FIEBRE DE PERIODISMO BARATO

Realmente aborrezco a algunos periodistas. No sólo venden a sus madres por una noticia, sino que la exageran, la mutilan, o la adornan convenientemente para la ocasión.

Por ejemplo: los garimpeiros de Brasil, metidos en el lodo del Amazonas sacando con sus manos brutales pepitas de oro. No mencionan que para sacar el oro es menester mercurio. Sí o Sí.( ¿Si tu vecino sacando oro obtiene 1 kilo con mercurio y tú solamente 2 pepitas usando agua, no usaras el mismo sistema de tu vecino?). O que si se saca por jornada entre medio a 1 kilo de oro, repartido en 10.000 personas que están sudando en su busca, no es gran cosa. O que para llegar a esa mina de oro a cielo abierto tuvieron que hacer un destrozo a la ecología. No. De eso nada. Sólo superfluas referencias que no enseñan la gravedad del asunto.

Lo que si parece importante resaltar es a una mujer que puso un prostíbulo y así la rotulan los mismos periodistas (en este caso Eleonora Gossman, la enviada, la que deja mucho que desear, la que trabaja en Clarín en virtud de no sé qué demonios, aquí su email: egosman@clarin.com) la llaman “la musa del pueblo”.

Y dice la periodista para más INRI:

“Detrás de ese perfil casi romántico se esconde una empresaria versátil”

Claro, para la periodista empresaria es sinónimo de explotación sexual a las pobres mujeres que trabajan para saciar el apetito lascivo del pueblo. Que cobran entre 60 y 200 dólares por noche de lujuria. Que seguramente infectan con algo más que malaria y venéreas a sus clientes. Que venden drogas y consumen para evadir esa vida miserable.

Pero desde luego, es una empresaria. (vean su foto, aqui al lado, de la madame)

La objetividad de la periodista es desastrosa. Si ves que una persona hace mal en su oficio o no es honorable, no lo resaltes como “empresaria versátil” sino como lo que es: una explotadora sexual, una malnacida. O simplemente no hagas alusiones inclinándote a la idiosincrasia marginal y aceptada por el populacho (y tal vez tu propio psiquis).

Deberían sacarla de su puesto. Escribe, pero no piensa. Narra detalles e informa, pero no profundiza. Habla del diablo, pero no quiere quemarse.