HOY ESTAMOS, MAÑANA...

Llega la noche. Si sales a correr como yo por los bosques de Palermo, te topas con pocas gratas sorpresas. Travestís ofreciéndose desnudos, autos en procesión palpando esos cuerpos ateridos por el frío.

Y siempre el peligro latente de que un loco los destripe. Los haga desaparecer de la faz de la tierra. Algo así debe haber ocurrido con Florencia Penacchi, que desapareció para no volvérsela a ver jamás.

Dicen que pudo haber sido recluida en un prostíbulo. Yo creo que alguien la secuestró y la violó y finalmente la hizo desaparecer. Suena duro. Bestial. Inhumano. Pero pudo haber ocurrido así. Así son las carroñas llamadas “Humanos”, rotulo simple para evadir la maldad que a todos les brota de la piel.

Hay seres diabólicos, lo sé, conozco varios perversos. Y todo, absolutamente, se vende en estos países del tercer mundo. El silencio, la injusticia, la verdad, todo, hasta nuestra propia alma vendemos.

Los travestís en Argentina son la ilusión de un país quebrado y con gente que se cree más de lo que le da el cuerpo y la mente. Aspiran a mujeres verdaderas, pero se conforman con las falsas mujeres. Hombres vestidos de mujer, cuerpos afeitados, barbas disimuladas con rouge, que se pasean por los bosques oscuros de Palermo al acecho de alguna camioneta importada donde su conductor le ofrezca dinero a cambio de una mamada placentera.

Quizá por eso me lleve bien con Devil. Porque después de todo, no es argentino, es uruguayo. El otro día discutíamos sobre el caso de la joven desaparecida. Su razonamiento, fruto de la experiencia y la falta de misericordia, fue impecable:

- Un degenerado la secuestró. La siguió, sacó sus horarios y aprovechó a tener su presa indefensa. Luego la llevó a un lugar alejado de la civilización y ahí abusó de ella hasta el hartazgo. Luego, hizo desaparecer el cuerpo. Apuesto que está enterrado aquí y allá. Quizá incinerado.

La frialdad en su descripción me causó nauseas. Entonces decidí ese día ir a entrenar a Palermo. Allí, en medio de los tétricos bosques de noche, su lucubración me pareció certera, aunque impiadosa. Es una pena que la justicia no quiera entrometerse a investigar ese caso. Pero como en el de Dalmaso, el dinero siempre compra las voluntades.



(Aclaro, este video es de YouTube. Yo no lo filmé. Esos desgraciados son unos ociosos, claramente homosexuales encubiertos. X)

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