LA DIVINIDAD DE CRISTINA



Es presidenta. Y ahora es Dios. Tiene su espacio televisivo (donde cuenta su vida como si nos interesara), sus muñecos (formas modernas de idealizarse, antaño eran bustos como Calígula); y sus millones bien encanutados.

De presidenta a pastora...y a Dios mismo.

Se olvida que nadie va a temerle a ella, más bien, ella debe temer al pueblo.

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